Brasil... Su Cristo, Cataratas y Las Amazonas

Por Carmen Laura Nieves

Al llegar a Río de Janeiro en Brasil, me emocionó la visita del Cristo Redentor que con su mirada tan serena y sus brazos abiertos y acogedores nos da la bienvenida a esta ciudad cálida y alegre. La construcción de este monumento se hizo para el comienzo de los 1900's para celebrar los 100 años en que Brasil se declaró una República, independizándose de Portugal. Si la vista desde el Cerro Corcovado es grandiosa, hacer el sobrevuelo en helicóptero te provocará una honda emoción, más aún si crees en el Señor Jesús, pues casi sentirás que podrás decirle en el oído tus peticiones más sentidas.

Otro ícono de la ciudad que visité es el Pan de Azúcar, con su funicular que nos permite una magnífica vista de las playas de Copacabana, Ipanema y Leblan, pero: ¿cuál es su importancia y porqué se le llama así? Este cerro es, desde el siglo 15, punto de referencia al entrar en la bahía de la ciudad. Para esa época el azúcar era  un producto escaso y muy cotizado. Los ricos de la época que tenían siembras de caña, extraían la misma y la ponían en unos envases hasta que se compactaban, dicho cerro tenía una similitud con la forma del mencionado envase y de ahí el nombre Pan de Azúcar.

Al salir de Río de Janeiro, fui a Iguazú. Tengo que confesar que el turismo de naturaleza no es mi favorito, pero se pueden considerar estas cataratas como un monumento deslumbrante, así como pudiera ser el Taj Mahal, la Muralla China o Macchupicchu. ¡Con razón las cataratas son una de las nuevas maravillas del mundo! Para visitarlas necesitas ir tanto por el lado brasileño, que a mi juicio es el más precioso pues te permite una vista amplia de muchos saltos. En alguno de estos saltos, al recibir el sol de frente, se puede formar un arco iris haciendo la vista más hermosa y colorida.

Al terminar en el lado brasileño, cruce la frontera para visitar el lado argentino. Primero se coge un trencito, donde habrá una fiesta de coloridas mariposas que te acompañarán hasta llegar a la senda que te lleva a la caída de la famosa Garganta del Diablo.  Es impresionante ver y sentir cómo cae ese torrente de agua que forma una bruma por toda el área que está llena de pájaros que entran y salen de esa nube gigante creada por la bruma.

De Iguazú me dirigí a Las Amazonas, otro símbolo de este país-continente. Desde Manaus cogí un botecito para llegar hasta un hotel de selva. Desde varios puntos vi tucanes, guacamayos, pájaros carpinteros, perezosos, monos, caimanes y muchas otras especias. Nada que atente con la seguridad de uno ni mucho menos.

Contrario a lo que pensaba, en las Amazonas no hay tierra sino arena, ¡parecía una playa! Para esta época está lo que le llaman la seca y el nivel de agua estaba bajo, fenómeno que ocurre desde julio hasta noviembre. Esto nos permitió poder pescar bastantes pirañas, fue una experiencia muy divertida. Nada complicado, un bambú finito, hilo no muy largo anzuelo y carnada. La verdad que no me animé a comerlas pero disfrute el momento con la puesta del sol como fondo.

Otro espectáculo de la naturaleza fue el encuentro de dos aguas. Por su composición mineral el Río Amazonas tiene un color entre marrón y verde  y el Río Negro precisamente es negro, ninguno está ni sucio ni contaminado. Ambos originan de afluentes distintos y como vienen con diferentes velocidades, temperatura y composición mineral, sus aguas no se unen sino que se encuentran.

Durante mis días en la selva, fuimos recibidos por una comunidad de caboclos que es la mezcla de indígenas, africanos y europeos. Son personas muy amables que viven en comunión con la naturaleza. Hoy día comen y se curan igual que hicieran sus antepasados.

Nos ensenaron cómo se cocina la mandioca, un tubérculo muy nutritivo pero que tiene cianuro y hay que saber cocinarlo pues puede ser mortal. Luego de guayarla, se exprime la masa y se saca la leche, de donde también sale la tapioca. Al separarlo, ¡ya no es venenoso y sí muy rico y nutritivo!

Otra experiencia emocionante fue bañarnos en el Río con delfines de agua dulce, algunos grises y otros de un color rosado.  Los que conocen la Amazonia, saben que hay áreas del río donde es seguro bañarse. Pudimos tocar los defines y nadar con ellos. Fue una experiencia refrescante y alegre que todos disfrutamos.